¡BUEN VIAJE!, HORTENSIA MIGUEL CASTRO, MUJER, MADRE, EXCEPCIONAL; TE VAMOS EXTRAÑAR. ¡HASTA SIEMPRE! ¡HASTA LUEGO!
Mujer tenaz, exigente, inteligente, severa; inapelable, autoridad que impuso.
Matriarca, de toda una generación de hijas, hijos, nietos, biznietos…
Última generación del clan familiar que procrearon, don Anastasio Miguel y Casimira Castro.
Excepcional mujer, de vasta memoria; recordaba con frescura, su niñez, adolescencia; sus épocas laborales; de cómo conoció a don Hipólito López Miguel, su esposo.
Una gran señora que desempeñó sin caer vencida, su misión como madre; en el comercio, desarrolló su visión de toda aquella persona creativa.
Puso todo su conocimiento y sabiduría, en su quehacer doméstico; desde cómo lavar una ropa, y ponerla, colgarla sobre el tendedero; o cómo preparar la sabrosa comida oaxaqueña; ese único sazón que ponía cuando preparar su comida, no permitía intromisión en la cocina, mucho menos colocaran utensilios ajenos a su labor, sobre la estufa, liderazgo en esos menesteres y en el del hogar.
¡Nunca! o poca veces, comía lo que preparaban sus hijas, salvo cuando circunstancias ajenas a ellas, como estado de salud, impedían que ella, guisara; ¡siempre!, lo hacía; ¡ah!, cómo disfrutó que se sentaran sus invitados, sus hijas, sus hijos a degustar lo que preparaba para ellos.
Vivió, cual mujer fuerte, ante cualquier circunstancia que le presentaba su destino.
No se doblaba y sólo su destino final, edad, 86 años, la quebrantaron en salud.
Su legado, perdura entre sus hijas, hijos, nietos, biznietos…
Allá, en su viaje eterno, al que todo ser humano vamos, se reencuentra con su esposo; su hija Catalina; sus yernos, Miguel y Arturo; con sus padres, hermanos, hermanas…
Acá, deja a su familia, sabiduría, grandeza, inteligencia, conocimientos que sólo una madre puede dar a sus hijos, y de mucho, nos servirán para nuestra misión.
Vamos extrañar sus relatos de vivencia, desde su niñez, como cuando formó parte de la escolta en su primaria de San José Monteverde, Coixlahuaca, Oaxaca.
Hortensia Miguel Castro, una gran mujer, y su espíritu de madre.
Gracias le doy a una gran madre, a Dios, al Maestro Jesús, por que permitieron estar con ella, el tiempo que ellos, creyeron necesario, con sus hijas, hijos y su familia que vio crecer y formarse en la vida, en cuyos tramos, sus consejos, fueron básicos para seguir la misión.
Desde las primeras 21 horas del primer día de este año, se nos adelantó al viaje eterno; le deseamos buen viaje, en el que la acompañan, con su Luz, Dios y el Maestro Jesús.
Buen viaje, madre.
Hasta siempre, hasta luego.
Tu presencia física, no la tenemos, pero tu espíritu y alma, se queda entre tus hijas, hijos, en tu casa.
Tu legado, son las herramientas para reconstruir el camino que se llama destino.
Que descanse en paz, una gran mujer, se lleva su dialecto, que aún hablaba, como en sus mejores años.
Se llevó su grandeza, sabiduría y la inteligencia que siempre la distinguió.
¡Buen viaje!, Hortensia Miguel Castro.
¡Otra vez!, te reúnes con Hipólito López Miguel, con tu hija Catalina y tus yernos, Miguel y Arturo; con tus padres y hermanas.
Que tu esencia, tu Luz, tus bendiciones y las de Dios y el Maestro Jesús, ¡siempre!, permanezcan entre tus hijas, hijos, nietos y biznietos, día y noche, que mucha falta nos hará, en nuestra misión.
Gracias, madre, por todo lo que nos ofreciste y diste.
Con estas líneas, agradezco tu generosidad, solidaridad y apoyo, en los altibajos de mi camino.
Te vamos extrañar, pero tu alma y espíritu, nos acompaña.
Allá, en el viaje que iniciaste, nos reencontraremos, cuando Dios y el Maestro Jesús, así dispongan.