«La obra de la justicia será la paz, y los frutos de la justicia serán la tranquilidad y la seguridad para siempre», Isaías 32,17.
Conferencia del Episcopado Mexicano, integrada por los Obispos católicos
presentes en el país, como pastores del Pueblo de Dios y ciudadanos comprometidos con el bien común, manifestamos a la ciudadanía entera, a la opinión pública y a los tres.
Poderes de la Unión, nuestra más profunda preocupación ante la gravedad de los recientes hechos que acentúan una polarización sin precedentes en torno al marco legal y a la armonía entre los distintos poderes del país.
I. FUNDAMENTOS DE NUESTRA NACIÓN Y DOCTRINA SOCIAL
Reconocemos que México es un gran país que no se inventa, una y otra vez, con la llegada de nuevas administraciones. La grandeza de México como Nación estriba, entre otras cosas, en su capacidad probada de darnos un “ordenamiento jurídico” e “instituciones” que aseguren un mínimo de civilidad, así como una dirección de progreso, ambas condiciones necesarias para garantizar las libertades fundamentales y los derechos humanos de todos los mexicanos. Este ordenamiento institucional, sustentado en el respeto a la dignidad inalienable de la persona humana —principio fundamental de la doctrina social de la Iglesia—, es el que hace posible la promoción del bien común, la solidaridad y la justicia social.
II. SOBRE LA REFORMA JUDICIAL Y EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
Consideramos que la Reforma Constitucional al Poder Judicial que está en curso debe ser más ampliamente discutida y analizada por parte del Poder Legislativo, siguiendo el principio de subsidiariedad, pilar fundamental de la doctrina social de la Iglesia, que reconoce y promueve la participación de todos los actores sociales en las decisiones que
afectan a la comunidad. Esto implica:
Todo esto a fin de no poner en riesgo el equilibrio de poderes que sustenta nuestra estructura democrática.
III. INVITACIÓN A LA REFLEXIÓN Y AL BIEN COMÚN
Como pastores, recordamos que el respeto al Estado de Derecho no es solo una necesidad política, sino una exigencia ética fundamental que emana de la dignidad humana y del bien común. La doctrina social de la Iglesia nos enseña que:
La falta de diálogo y acuerdo entre los diversos poderes del Estado respecto a las disposiciones judiciales puede generar consecuencias graves para la convivencia social y el orden institucional, comprometiendo la confianza en nuestro país y amenazando la estabilidad del Estado de Derecho.
IV. LLAMADO A LA ACCIÓN Y ESPERANZA
Exhortamos a todos los actores políticos y sociales, inspirados en los principios de la doctrina social de la Iglesia, a:
«Una auténtica democracia no es solo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos» (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, 407).
Rogamos a Dios que ilumine las mentes y los corazones de quienes tienen la
responsabilidad de conducir los destinos de nuestra Nación. Que recuperemos el diálogo y la humildad para que, entre todos, sigamos construyendo la gran Nación que somos.
Que Santa María de Guadalupe, Madre y Reina de México, interceda por la reconciliación y la paz de nuestra Nación.
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