Tiene razón el primer priísta del país, Enrique Peña Nieto, cuando pondera que las elecciones, dejan tristeza en unos, y alegría, en otros; o cuando afirma que, hoy, en México, “son exclusivamente los ciudadanos quienes eligen a sus representantes. El voto cuenta y se cuenta bien”. Palabras del mandatario, un día después de comicios en 14 entidades, en los cuales, el partido que lo llevó al poder, pierde ¡7! gubernaturas.
Empero, la significativa y dolorosa derrota electoral del PRI en Veracruz, más que al Presidente de la República, más que al presidente del Comité Ejecutivo Nacional del partido, Manlio Fabio Beltrones, a los que debe tener y mantener ocupados y preocupados perder el gobierno del estado ante la coalición PAN-PRD, es a la pandilla que por dos sexenios, asaltó el poder en la entidad.
Fidel Herrera Beltrán, el aún cónsul de México en Barcelona, España; Javier Duarte de Ochoa y el resto de la pandilla que ocupa tres curules en la Cámara de Diputados, son hoy por hoy, quienes tienen diarrea, malestares en la cabeza, insomnio, nervios y mal humor social, por perder ante el enemigo personal y político del jefe de la banda, el señor Miguel Ángel Yunes Linares, quien abanderó a la coalición opositora.
Desde que el jefe de ellos -el oriundo de Nopaltepec-, alistaba llegar al poder en Veracruz, luego que lo obtuvo, se “prepararon”, para alternarse la silla en el palacio de gobierno, por los siglos de los siglos, sin tomar en cuenta a las demás tribus del PRI en el estado; si acaso, les otorgaban premios de consolación, al dejarlos ocupar cargos donde no manejaban voluminosos Presupuestos ni facultades de poder, sólo reservadas para Javier Duarte y los otros tres; sólo vieron el signo de pesos, al poder en el estado.
La víspera de la decisión para conocer al candidato del PRI a la gubernatura para el periodo 2016-2018 (para empatar la elección de gobernador, con la elección federal de cada seis años), el resto de la pandilla bien que echó a andar su ambición, avaricia y codicia, por sentarse en la silla que dejaba el señor Duarte de Ochoa. No fue así, porque el juego perverso del poder que ejercieron en el estado, se descubrió, además de las anomalías en las que incurrieron en el gasto público.
Como las que detectó en la Cuenta Pública 2014, la Auditoría Superior de la Federación; o desvíos de recursos del Fondo Nacional de Desastres –Fonden-, como acusaron en la Cámara de Diputados, el PAN-PRD; además de no realizar obras de infraestructura que prometieron Fidel Herrera y su delfín, Javier Duarte; “obras” fantasma que requirieron Presupuesto que, hoy, nadie sabe, nadie supo. Todo ello, fue la perdición de la pandilla.
Con los resultados dominicales, llega al poder en Veracruz, el grupo rival de Fidel Herrera -que encabeza el señor Yunes Linares-, quién antes y después de los comicios de antier, ofreció a los ciudadanos de Veracruz, que Javier Duarte, irá a la cárcel; promesa de campaña que también hizo a simpatizantes de su fracasada campaña electoral, el senador con licencia, Héctor Yunes Landa.
Ese grupúsculo, es el que debe estar más que preocupado por la derrota del PRI que ellos crearon y construyeron durante 12 años; se creyeron únicos e indivisibles, pero desde el domingo, viven asustados y espantados por la victoria electoral de su enemigo.
Fidel, Duarte y los otros tres miembros que integran la pandilla, saben que les esperan y guardan días y meses en los cuales, vivirán con miedo, temor y angustia, por la suerte que les espera, al perder el poder que acumularon por 12 años en un estado, cuyos ciudadanos -bien politizados-, no se equivocaron cuando votaron por Yunes Linares.
Si a Javier Duarte le espera la cárcel, como ofrecieron y prometieron Miguel Ángel y Héctor Yunes, los tres que ocupan una curul en San Lázaro, no creemos que el fuero los proteja el resto de la LXII Legislatura, porque hasta podrían recibir orden para que de manera fulminante, presenten licencia como diputados federales, y estén en posibilidad de enfrentar a la justicia de Veracruz, si es que el enemigo personal y político del jefe de la pandilla, les detecta ilícitos en los cargos públicos que ocuparon durante los sexenios que, de manera virtual, secuestraron Veracruz. ¡Híjole!
En ese contexto, el PRI no perdió Veracruz, perdió Fidel Herrera y su pandilla, ¿verdad?, porque bien dijo el presidente Enrique Peña Nieto, “…nadie puede negar que hoy, en México, son exclusivamente los ciudadanos, quienes eligen a sus representantes. El voto cuenta y se cuenta bien”. ¡Cuánta sabiduría!, en el postulado del primer priísta del país.
ALTERNANCIA EN Q. ROO, EL FIN DE LOS VIRREYES, FÉLIX GONZÁLEZ Y ROBERTO BORGE.
Los años en que el PRI estuvo fuera de “Los Pinos”, cuando su clase política no tenía al Tlatoani sexenal, en los estados de la República, cobro vigencia la tesis del ex presidente del partido, Humberto Roque Villanueva, quien como senador de la República -luego que perdieron la Presidencia ante Vicente Fox Quesada-, nos ilustró con su tesis de que en los gobiernos de los estados, los mandatarios que emanaron del PRI, harían en la entidad que gobiernan, el papel que a nivel nacional, hacía el primer priísta de la nación.
Así fue, algunos gobernadores, vivales, con la ambición, avaricia y codicia puesta en el poder futurista del estado que gobernaban, casi apostaron a perpetuarse o perpetuar en la silla que dejaban, por los siglos de los siglos, a sus más cercanos o en el mejor de los casos, a ejercer el nepotismo, para que un familiar, herede el gobierno de la entidad.
El clásico ejemplo, fue Veracruz y Quintana Roo. Mientras en el primer estado, Fidel Herrera tuvo “visión de futuro” para su clan, en la entidad del Caribe, Félix Arturo González Canto, hacía lo mismo que hizo Herrera con Javier Duarte: dejar la silla del palacio de gobierno a Roberto Borge Ángulo, quien lo que aprendió de su jefe, lo hizo como gobernador: contratar deuda y hacer a un lado a la clase política ajena a su tribu.
Uno de ellos -entonces Subsecretario de Turismo-, Carlos Joaquín González, observó desde ese cargo, perversas maniobras que hacía Borge Ángulo, para que otro fuera el candidato del PRI al gobierno de Quintana Roo, y no él, quien de manera legítima -como cualquier militante priísta que aspira a un cargo de representación popular-, se preparó.
Desde el Senado, el soberbio González Canto y en Chetumal, Borge Ángulo, se salieron con la suya, al no dejar que el partido, postulara a Carlos Joaquín, quien no tuvo otra que buscar la candidatura por otra fuerza política, que después, fueron dos, el PAN-PRD.
Hoy, la guerra sucia y vetos de aquellos para el ganador de la elección para gobernar aquella entidad, es historia, porque lo que viene para la nueva administración de Quintana Roo, es indagar el destino de la cuantiosa deuda que contrató Roberto Borge Ángulo, quien de resultar culpable en ilícitos de recursos que pidió como préstamo, ¡seguro! que su virtual sucesor, hará que los justifique ante la autoridad judicial.
El binomio Félix Arturo-Roberto Borge, ¡jamás! esperó que la alternancia llegara a la joven entidad y ese exceso de confianza, hoy los pone contra la pared, porque están claras las señales desde el poder en la República, que no habrá protección para quienes hicieron mal uso de recursos públicos, durante su gestión como gobernador.
Como Veracruz, en Quintana Roo, los ciudadanos decidieron por la alternancia, como respuesta a malos gobernantes y pésimos gobiernos que tuvieron en el pasado, ¿O no?
EN EL CHACALEO.
¿Temor? ¿Miedo? ¿Angustia?, qué será lo que reflejó en su semblante el gobernador Javier Duarte de Ochoa, cuando ayer, en brevísimo mensaje, convocó a la reconciliación en Veracruz, después de las elecciones en las que perdió el PRI que él y Fidel Herrera crearon y construyeron en 12 años. Atrás de él, se plantó un miembro del grupúsculo, quien por su cargo, tenía que estar en esa posición. Falta ver si el sistema que le dio y permitió todo al personaje en cuestión, le permite que vuelva a ocupar “su” curul en San Lázaro… Antes de que entregue el poder –el próximo 1º. de diciembre-, el gobernador de Veracruz comprobó que no tuvo lealtad que esperaba de sus “amigos” que le cobraron y bien, por crearle “imagen de ganador” durante el pasado proceso electoral y por hacer guerra sucia al enemigo personal y político del jefe. ¡Claro!, como tampoco esa pandilla tuvo lealtad y gratitud a quienes utilizaron para llegar al poder en la entidad. Moraleja: con la vara que mides… ¿Confianza de inversionistas en triunfos electorales del PAN? ¿La nueva política económica del régimen, que tanto exige el PAN? ¿Hicieron caso a las observaciones que en materia económica hace al gobierno peñista el diputado del PAN, Marko Cortés Mendoza? ¿Algún pacto de Luis Videgaray con los empresarios, con los hombres del dinero, para que ya no saquen sus dólares del país?, lo que sea, pero el caso es que dos días después de la dolorosa derrota electoral para el partido que llevó al poder al presidente Enrique Peña Nieto, el peso, gana unos cuantos centavos al dólar. ¡Qué tal!… (www.los3poderes.com)… (juanlopez23@hotmail.com)…